El tema no era para menos, aborda sucintamente la visión mafiosa de la literatura en México, principalmente de la poesía de la cual podemos ejemplificar el circuito mafioso para demás artes. Terminé de leer el ejemplar en el desayuno del jueves pensando en que le hacia falta "más carne" en los escritos y más escritos pero ese o esos pedazos de pulpa faltantes se sienten como la reflexión y la búsqueda que el lector de esta publicación debiera continuar porque leer un ejemplar que de cabo a rabo aborda la temática de la Mafia Literaria en México, sin alguna, es una oportunidad de reflexionar lo mismo respecto a los que escriben en tal publicación sería absurdo.
Dejo estas consideraciones tal como las encontré: sobre umbral abierto.
Si bien, el periódico tiene un par de textos justamente periodísticos proponiendo una saludable reflexión en vez de un lapidario criterio, es fácil darse cuenta cuales son dichos textos, los otros escritos están más enfocados al ensayo literario.
La confrontación en las perspectivas de dos escritos que aparecen esta vez en el periódico respecto a la forma del aprendizaje se torna una actividad reflexiva e interesante, aunque son divergentes en la forma, ambos ensayos son concominantes en su búsqueda.
Imaginemos un ring auspiciado, querámoslo o no, por mafias de la más vulgar moral.
Sobre los dos polos de la loneta, esquinas correspondientes de la perspectiva a defender (no por que en realidad defiendan tal perspectiva aunque quién sabe) sino porque las búsquedas de ambos son opuestas.
Por un lado a Miguel Barajas de San Andrés Tuxtla, Veracruz, vistiendo la pantaloneta o los "valores" de la FLM [Fundacion para las Letras Mexicanas] afirmando ser parte de un priviligiado grupo de becarios. Por el vértice adverso a Marco Fonz, Chiapaneco-Defeño, ex-becario del Centro Chiapaneco de Escritores y quién afirma haberse codeado con casi todos los niveles desde los inferiores hasta los estratos top up del infierno poético mexicano.
Que el ring esté patrocinado por desvaríos monetarios, osease, mafiosos, no querrá decir que estos hombres de letras, ensayista el primero y poeta el segundo, enfunden totalmente los trapos-cheques-o-depósitos de voraz Cosa Nostra. Escribo lo anterior sólo en caso de que se ofendan, si es que en algún momento prestaran atención a este texto; de no ser leído este escrito bienvenido sea el ignominioso ninguneo.
Pero no, la pelea esta vez no es lo interesante sino la estrategia con la que cada uno quiere, metafóricamente, llegar a la final de la contienda, hacer buen puerto en ese ansiado duodécimo asalto.
Fonz en un sútil movimiento afirma en su texto: "...el problema de que uno aprenda a leer, es que algunos a veces sí aprendemos a leer, tan bien, que terminamos por ya no creerles. Creerles a los que se dicen escritores o poetas mexicanos. El aprender a leer nos lleva a buscar más, cada vez más, como poseídos, como endemoniados. Y este acto de lectura libre es en detrimento de los propios poetas que nos dicen qué tenemos que leer. Cuando leemos volteamos, regularmente a otras partes con mayor cantidad de aire y de ideas, con mayor y mejor poesía..." Gancho certero en contra de la figura de autoridad.
En cambio Barajas escribe en su texto de título ¿Y para qué becario?: "...pasé a formar parte de un privilegiado grupo que además de obsequiarme mi tiempo, me brindó una casa, me procura tutores y cursos que sin duda beneficiarán mi quehacer artístico y, como si no bastara, me provee del material necesario para que me dedique a escribir..." Espero por el bien de nuestra sociedad que el "me dedique a escribir" al final de la cita sea consanguíneo de "dedicarme a pensar". Como sea su perspectiva es un "cruzado" certero hacia los que no-becados, hacia los huérfanos de tutores.
En esta sociedad que vivimos a diario, todo el tiempo recibimos órdenes respecto a cómo ser, qué debiéramos ser, cómo pensar, y más malévolo, cómo pensar que estamos pensando por nuestra cuenta un pensamiento -por demás inducido-. En el descaro total, cómo obedecer. Desde las escuelas tempranas nos enseñan qué aprender, incluso los brillantes niños Montessori de este México vienen de un código insertado no tan enfocado al aprendizaje, sino en el comportamiento social, moral, que plantea el espacio como un lugar lúdico en donde se practican los hábitos y los valores. ale la pena preguntarnos ¿hábito y valores de quién? Conozco varios jóvenes-montessori mochos hasta el tuétano aunque lo niegan, sucede en todas las estructuras educativas, para pronto hay que ver el opus dei de todas las escuelas que perciben voluminosas colegiaturas y ahí en ese límite de la estructura educativa preguntarnos ¿Dónde comienza el terreno de la mafia, acaso no lo estamos pisando en este momento sin saberlo?
Son muchos los trazos que a cada momento nos acotan: la leyes, las normas, la moral, la familia y la charlatanería proveniente de cualquier cosmogonía, religión, grupo, secta y demás monstruosidades del panorama dogmático que en México se dan bastante bien debido a que nuestra sociedad es muy temerosa y confía nulamente en sí misma ¿dios o tutor, no es lo mismo?
En el terreno de las artes no es diferente, el orden de mando está bien establecido cuando él mismo es quien dicta las rutas a seguir, los pasos ciegos de la actividad creativa ¿Y si un día tú decides tomar otra ruta? Al contrario de Fonz, no se trata de negar o extinguir los premios y las becas ambos acompañados de una cuenta bancaria de varios dígitos a nuestro nombre sino de creer que de verdad ese es el camino, el único camino. No quiero que se crea que quien hace este escrito es un resentido porque nunca se ha ganado una beca o un premio, claro que los he tenido, el problema no es tener un subsidio, en cambio, pensar que el subsidio pone a la venta nuestras ideas es técnicamente un suicidio que seguramente te permitirá vivir en conocidas colonias del DF mientras tus ideas habitan lugares infra-valorados.
No hace mucho en una plática al calor de las cemitas y tacos de nana en Puebla, el escritor Gerardo Oviedo argumentaba que la vía de acceso hacia el ámbito literario [como siempre pensemos en cualquier arte] iba escalonada sobre una construcción piramidal en donde proponía 5 categorías de escritores como si la cultura fuera una especie de crucero dividido en categorías económicas. ¿Usted escribe en bussines class, turista o se espera a cazar los boletos de los que no llegaron para, sin importar en que dirección, abordar el viaje; o viajas siendo parte del aparato doméstico de la tripulación?
Esta visión no es completa, pero sí refleja la cadena de mando educativa, de saber, de conocimiento y de cultura. Sólo es una perspectiva de sumisión. Al cerrar la década de los setentas, la SEP editó una colección de libros interesantes llamados SEP-Setentas que ascendía a más de 100 títulos. Uno de esos títulos es "La Palabra Educación " el cual está compuesto por varias notas de Juan José Arreola, justamente en torno a la educación y acompañado por una exhuberante selección de dibujos y grabados en cada una de sus páginas. Abordo este libro porque en él se nota un contrallaveo, un desenmascaramiento hacia la figura de autoridad que representa la Universidad [como centro de cultura] y el maestro [como portador del conocimiento] contraponiéndolos con juventud, vida, palabra y conciencia.
No es desconocido que la autoridad tema la crítica y que cuando tal cosa sucede el caso omiso es la mejor estrategia. No sé si es parte de la autodisposición del mexicano refugiarse en los defectos del otro, porque es más fácil asumir que uno es lo que no quiere ser porque el otro no te dejo ser lo que sí querías ser, argumentos muy baratos. ¿Qué ocurre si dejas de criticar a esa figura de autoridad y mejor te propones un aprendizaje crítico? Marco Fonz ya lo está sosteniendo: el problema [para ellos, los otros, de esta manera ellos serán los otros] es que aprendes a leer bien y ya no te la crees.
Ahí esta el leer y cuando aprendes a leer sintomáticamente aprendes a escribir. El aprendizaje puede venir en un instructivo ABC, metodología que debes seguir para llegar a un objetivo y los mismos que te regulan el aprendizaje sin que te des cuenta, te terminan regulando tus horarios, tu jornada de 8 horas de obrero de la cultura.
En contra de esa metodología del aprendizaje (aunque lo sigue aplicando hasta la SEP, se sabe que el instructivo ABC es obsoleto porque implica memorizar) mejor un aprendizaje vivo capaz de entrever en sus posibilidades y necesidad es un terreno fértil.
Como personas que nos dedicamos a los avatares de los grafismos escritos, la primera gran necesidad es buscar en la lectura un mecanismo del cual podamos obtener cada vez mayor materia para construir. Lo difícil viene después, cuando ya queremos escribir y no siempre estamos conscientes de los alcances ni de la historia que tras de sí designa la forma en que escribimos cada palabra. Esto se vuelve un mecanismo más de Poder que de mafia, ya sea poder tácito o fáctico, será difícil disociarse de una historia escrita, porque la escritura, bien lo detalla Barthes en su libro El Grado Cero de la Escritura, viene cargada con una historia de la lengua y una historia de la literatura. Escrito en los albores de los setentas el libro de Barthes propone una siguiente frontera que abordar, mientras nosotros estamos pensando en la Cosa Nostra aún con facciones de Octavio Paz.
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