La poesía, al transgredir, construye paralelamente otra realidad posible porque en el plano de una supuesta realidad cotidiana, ensayada por lo común y bien aprendida desde su fallida estructura piramidal, la dimensión de la poética la rebasa. En consecuencia podría ser planteado que la poética transgresora no cabría en el plano de la realidad que practicamos, su desmedida trasciende la realidad.
La poesía podría superar a la realidad, tomemos la acepción, desde dentro de la realidad misma, surge en todo caso del desequilibrio, lo vuelve favorable, el salto que surge desde dentro con el acto poetizado de la transgresión no precisamente conlleva burlar el perímetro como una realidad plana que atiende al espacio o al tiempo; el salto también podría ascender sobre su propio eje respecto a una realidad volumétrica que implica simultáneamente espacio y tiempo, una realidad más amplia.
En el territorio dialéctico es bien conocido que la realidad suele superar a la ficción y que esta dicotomía, cuando no favorece a ninguno de los dos polos es uno de los motores más importantes dentro de las estrategias del arte. Planteémoslo ahora desde el Arte, pensemos a este bajo la acepción del artefacto y logremos escribir que el Arte es superado por la Realidad, la implicación de esta hipótesis es simple: implica forzosamente que el Arte se ha rezagado respecto a la Realidad y en ese gesto de retraso lleva imborrable su anacronismo.
Previo a la transgresión, que podría significar salir de, el arte tendría como primer motivo llegar a un momento en donde realidad y arte sean coetáneos. Cuando se logran empalmar arte y realidad en un sólo tiempo, existe una mayor posibilidad de que el arte como conciencia autónoma, conozca la infraestructura de la realidad y a partir de esta tallar otra posibilidad. Si por el contrario, el arte no es coetáneo de la realidad ¿cómo podría plantear una nueva posibilidad de realidad que no sea la que conocemos y en consecuencia cómo podría superarla, desbordarla?
La velocidad evolutiva en el territorio del arte no es fácil, este se renueva cada ciertos periodos, sólo cada ciertas generaciones, cada ciertas geografías y su vigencia termina con el anacronismo de largo plazo; la realidad en cambio se renueva a diario en el sentido en que diario nos sorprende, vasta ver los diarios y contrastar la constante publicación de estos con la lenta pero periódica aparición de noticias, vanas la mayoría, respecto al arte, aunque sin duda hay muchas revistas, periódicos, libros y blogs que hablan de ello, no como una noticia diaria, incluso es la misma noticia en diferentes versiones-interpretaciones.
Posibilidad: el arte no confronta a la realidad en términos cuantitativos sino en términos cualitativos; no da mayor conflicto quien más hace sino quien más propone.
Ahora podemos preguntarnos ¿Qué sugiere ser más transgresor, el arte o la realidad? Si nos replegamos a la realidad de un primer entorno, el inmediato, sin duda pensaremos que la realidad es más transgresora que el arte, basta ver que en las recientes noticias a esa realidad se le llama terrorismo y a lo mas novedoso en el arte se le llama premio. ¿Qué hace el arte al respecto? muy poco o casi nada ¿que hacen los artistas? popularidad, carrera política, contactos, asociaciones civiles, justifican su moral y la de los suyos, en cierto sentido evangelizan incluso desde un criterio estético y/o técnologico. Sería fácil quedarnos en este sitio y criticar al artista por lo que es. Si logramos ir más allá podemos criticarle, criticarnos, por lo que deja de hacer a favor de un poder hacer.
El filósofo alemán Theodor Adorno escribió que la poesía ya no era posible después de Aushwitz. Haciendo la respectiva dimensionalidad y sólo comparando el mecanismo y no el resultado, podemos notar un tejido entre entre lo referido por Adorno y el incendio provocado en Monterrey. Adorno refiere a que la poesía después de Aushiwitz no podría existir sin soslayar este acontecimiento, ejemplo de que la realidad transgrede al arte, este se vuelve reactivo y no acción que prevé, sin embargo cabe la posibilidad de que ni prever ni solucionar sean sus funciones. En todo caso si estas no son sus funciones ¿de quién sí lo serían? Si el arte no puede prever ni solucionar y aún así es transgredido por la realidad ¿no sería por lo menos necesario que generara una conciencia sobre esa problemática? Está bien, que no se juzgue al artista por no ser capaz de prever ni de solucionar, es agradable como artista lavarse las manos con agua potable y dejar sin mácula de compromiso la producción cultural propia, total si la realidad está tan jodida porque el arte debería de reflejarla, el discurso artístico que se aleja de un conflicto insoslayable, como sugiere Adorno, termina en la auto-enajenación. No nos engañemos, esa falta de compromiso es sintomática de la falta de compromiso de la misma sociedad; el adagio se re-configura: no tenemos la realidad que queremos sino la que merecemos, algo similar para con el arte, los artistas, etc.
La tarea no es sencilla y el compromiso artístico muchas veces tiene la validez de un pacto gubernamental. El ancho de las propuestas artísticas, si no es que todas, refieren a un contenido social desde la baja hasta la alta cultura, de hecho difícilmente se podría prescindir de ese discurso que va de la particularidad [autor] a la generalidad [consenso social o discusión de clases] pero justamente sólo son referencias, espejeos que no profundizan. La aparente contemporaneidad del arte está más del lado de la huelga mental, ergo confort corporal: hedonismo, prevalece indefinidamente el yo egocentrista del artista. Nuevamente la auto-enajenación.
Hay un arte al que no le interesa en lo mínimo problematizar respecto a la configuración de la realidad, al mismo tiempo que hay otro sector arte al que al parecer sí le interesa esta problemática y que sin embargo también está muy enajenado pero desde fuera, realmente son pocas las propuestas que se salvan. Los medios de información [todos los que podamos imaginar] son los que se encargan de codificar la realidad en información. La producción informativa es precaria en los canales de distribución ordinarios, aún así es excesiva la transmisión que generan, la misma noticia puesta en loop en todos los medios para visualizarla o leerla, logra que la noticia se vuelve entretenimiento, por la insistencia con que se re-transmite logra perder su simbolismo y su significado. Este desborde de vacuidad informativa es la que contamina e induce al artista a repetirla en su aparente discurso político, ¡que hábiles somos! pero totalmente carentes de discurso pensando que el discurso ya esta hecho, como si se tratara de un DJ que sólo mezcla y hace buenas combinaciones.
La vaga información de la noticias, en el caso de México, nos termina por informar [en realidad pretende moralizarnos] que la indignación, nótese que es el discurso de la autoridad, es moralmente bien vista, si tú no estas indignado no estás con nosotros y no eres nuestro cómplice. Otros sentimientos aceptados son el enojo, el miedo, el desencanto, la frustración, ciertos grados de arrepentimiento, de insatisfacción y de traición, finalmente y con obviedad absoluta, la tristeza. Si la transgresión fuera un sentimiento y no una postura ¿Seria permitida?
¡Transgredamos, el enojo nos avala! ¿avala? No se trata de un discurso de inteligencia en el estado adolescente del convencimiento. La escritura supone que del otro lado del texto [del lado de quien lee y de quien escribe] hay un ejercicio crítico, una especie de compromiso, en el fondo de ese compromiso está el ETHOS, de ahí viene la ética que no es otra cosa que el carácter que se forja con lo que hacemos a diario, se trata no de ser convencido ni cómplice sino de generar una postura frente a la realidad y mucho mejor si es una postura crítica.
Aquí hay un giro importante: notamos diariamente que la realidad transgrede no sólo el artista y el revolucionario; el sicario transgrede, el militar transgrede, el gobierno transgrede, etc. ¿No sería mucho esperar del Arte que su transgresión sea más potente que otras transgresiones venidas de otros rumbos, no será que actualmente el arte no sólo no tiene la capacidad sino que tiene una total incapacidad para actuar y por lo mismo es más fácil hablar del artista que de su arte?
Como herencia de una larga cadena de artistas, la mayoría de los artistas de los 70´y de los 80´saben bien , sabemos, y al mismo tiempo han querido, hemos querido, suponer que la difusión es lo que finalmente justifica lo que hacemos, abstengámonos de discernir si es correcto o no lo es; se elige la pregunta ¿a cuantas personas puede llegar lo que hago? en lugar de ¿a cuantas personas puede cambiar lo que hago? Para bien o para mal las dos preguntas sufren de egocentrismo, hace muchas generaciones heredamos la figura del autor.
Pareciera injusto suponer que el arte tenga que ser transgresor todo el tiempo, pero en una realidad tal y como la vivimos diario, en esta nueva realidad transgredida por la postura terrorista, acaso no podríamos pensar que ese estado opresivo de la realidad está aplastando al arte en el sentido que lo domestica en favor del estado terrorista o simplemente del estado. Sin duda no todo arte es arte porque así se llame a si mismo, de igual manera no todo arte esta constituido para la confrontación y más aún, dentro de estos giros tan característicos en el arte contemporáneo nos será posible plantear que el artista es el que no tiene capacidad para prever ni general soluciones pero que el arte podría dejar su estado pasivo y verdaderamente hacer la confrontación por lo menos para atestiguar que del otro lado de la bala disparada, del otro lado del fuego, del otro lado de la protección gubernamental y de la estabilidad económica existe una inconformidad, en potencia de transgredir solo para demostrar que algo diferente puede y necesita ser posible.
Sólo recordemos que entre más opresiva la prisión con mas deseó surge la libertad.
0 comentarios:
Publicar un comentario