Relaciones y fronteras
La relación de aparente orden jerárquico entre el lector y el escritor plantea una voluntad de poder entre quien propone el discurso y quien en segunda instancia lo consume como posible producto intelectual cargado de una serie de apreciaciones personales por parte del escritor. En la relación dual entre uno y otro perteneciendo ambos a la misma especie, el texto surge como una entidad divisoria.
Si es evidente que para escribir previamente hay que leer, forzosamente el discurso-texto-autoridad alguna vez estuvo como germen del otro lado del texto. El planteamiento es que un texto no puede generar textos no relacionados a así mismo, los textos consecutivos surgen en una suerte de variaciones positivas o negativas de la matriz, lo cual implica que el texto siempre es trascendencia y que la línea divisoria de las grafías es practicante inviolable.
Sin embargo, en la medida en que un autor es el primer editor de los textos que escribe podemos preguntarnos si escribir no es una estrategia para proponer modos de lectura tanto de un mismo texto como de los textos escritos con anterioridad; reflexiona el Dr. en Literatura Hispánica Lauro Zavala. A quién, leyéndolo en la forma lúdica, no le gustaría leer a ciertos clásicos bajo el planteamiento estructural de Rayuela. Cuando el Texto es lo que habita y resguarda la Historia se vuelve un documento, la lectura surge como el ente vital que re-contextualiza a partir del presente a otros tiempos principalmente hacia los eslabones más oscuros y más brillantes de la historia, como apuntaba Xirau libros muy viejos enseñan otro pasado. El acto re-interpretativo de la lectura carece de inocencia, se muestra frente al pasado o los pasados como la figura de autoridad por el simple hecho de existir frente a lo que sólo existe en la medida de la arqueología. La lectura de la autoridad es atroz por unificar de entrada la Historia y plantearla a su manera, el giro es brutal, la lectura propone la escritura.
Un texto es una articulación de conceptos en busca de un mecanismo para ser escrito y otro para ser leído, estos son estados lúdicos de la creación que aunque no desvanecen la división entre lector y escritor sí la adelgazan. Continuidad en los Parques y El Grafógrafo, de Cortazar y Elizondo respectivamente, son puntuales en su estrategia, en una dialéctica íntima la dirección del planteamiento es interesante ¿el texto se integra al lector [aunque el lector pueda ser el mismo escritor] o el lector es quien activa el mecanismo con su lectura y en consecuencia este se integra al texto? Sin importar la dirección de los vectores, los ejemplos son raros episodios en donde la lectura y la escritura se seducen mutuamente.
En el mismo texto se ensayan los mecanismos de lectura y escritura que se proponen en él. Cómo es escribir y cómo será leer. Aparentemente la lectura esta condicionada a cierta estrategia que a manera de interdicto yace planteada en el texto, solo es pantalla que el escritor se propone así mismo al desear un lector idealizado que sabemos bien raras veces existe. El lector idealizado tendría por lo menos tres características: continuidad en la lectura, capacidad crítica y proyección.
La continuidad en la lectura es un estado difícil, técnicamente es aristocrático; para el burgués el tiempo se fragmenta y para el lumpen el tiempo propio es una imposibilidad que de existir tendría poquísimas posibilidades de ser invertido en leer o escribir cosa que para el burgués intelectual no solo es la inversión sino la economía misma. Por efecto de acción-reacción una lectura fragmentaria es ad doc a un texto fragmentario. Si esto es cierto las antologías se venderían como pan caliente ¿ya notamos qué tipo de libros acaparan los stands de las librerías y no sólo en términos literarios? La lectura fragmentaria también tiene una negatividad de la que se tendría que escribir.
En estos linderos del individualismo en donde la otredad parece ya ser una añeja cuestión posmoderna aún es posible reflexionar, con un carácter casi urgente, sobre los mecanismos de apreciación y producción del arte, precisamente para no producir confort social, arte ensimismado y para ensayarnos como entes críticos.
Si cuestionamos el papel del lector ¿este entiende, debería entender o se tendría que esforzar para asimilar algo de la lectura? sería pensar que la lectura es un instructivo. Este arte o cualquiera arte hacia quien está dirigido y una vez que sabemos para quien es, cuáles son los intereses de ese público. Será posible que aquellos que nos leen sean capaces de asimilar los planteamientos sin tener parcial o en su totalidad la información teórica y filosófica o la misma experiencia que el autor conjuga para su producción cultural, más aún, si el arte es patrimonio de la humanidad desde una epidermis productiva hasta tuétanos espirituales, ideológicos y económicos, cómo hacer posible que esa especie ansiado de usuario se sienta representado por las necesidades estéticas, filosóficas, teóricas, morales, espirituales, políticas, económicas, geográficas y sociales que representa el o los artistas. Por otro lado si es que existe una condición siamesa entre el escritor y el lector¿son relevantes la o las interpretaciones que el primero pueda tener respecto al segundo en una posible praxis crítica?
No se puede cuestionar al lector sin simultáneamente hacer lo mismo con el escritor, una crítica hacia un escritor es paralelamente una crítica hacia su lector, si al escritor le cuesta trabajo la crítica al lector le cuesta el doble porque en todo caso tiene que defender su postura como lector que es una buena parte de la postura del escritor. No pensemos en el lector de paso, pensemos en las otras dos características del lector idealizado, aquel que logra proyectar y criticar.
La cara del texto que en fenomenología es frontera, con otra mirada funcional es que toda frontera al mismo tiempo es una vía de acceso multilateral. El texto no termina donde terminan todos lo textos, Barthes afirmaba que el texto no debe de tener un carácter terminal. El texto en todo caso se interna en la figura del Uróboros o en la mitología contemporánea del Internet hasta que haya una sobredosis de textos y en verdad ya nadie sepa donde comienza y donde termina, ni siquiera de qué lado de la frontera hemos quedamos.
0 comentarios:
Publicar un comentario