REFLEXIONES DE VIAJE

Reflexiones de viaje

La perspectiva de viajera de autobús me transforma en una consumidora visual, cada paisaje me sorprende, no acabó de asimilar la propuesta de la naturaleza cuando un nuevo paisaje me avasalla y esa sucesión continua me muestra que todas las etapas son una experiencia íntima que se renueva y enriquece mi conocimiento del exterior.

No obstante, cuando avanzo hacia un punto, todo lo que llega a mí adquiere un tinte nuevo, de ser un tono amarillo deviene a ser un marco que se va tiñendo de colores naranjas, ocres y, luego, oscuros; un futuro que se visualiza, se atrapa y se pierde al momento de ser alcanzado, simultáneamente abrazamos y nos despedimos en cada instante.

Viajar me hace consciente de ese delicado equilibrio entre mi sentido de conservación y mi confianza en el otro y no se trata de quedarme detenida analizando posibilidades sino de confiar incesantemente en mi intuición y experiencia.

Poeta, busco ser memoria en los demás, hacer perdurar mis relaciones en el tiempo sin dejar de confrontarlas con mi verdad interior.

Poeta, cuando encuentro otro poeta me siento en la tierra, sin más comparaciones que nuestra igualdad, árboles quemados en el otoño que no se permiten morir, persistimos al lado de estanques que nos reflejan, unirnos para mirarnos crecer es necesario, árboles de distintas naturalezas, transformamos nuestros aprendizajes primeros: el sol que recibimos cada día en letras, letras que reinventamos y pertenecen a un gran libro de todo lo escrito.

El crítico literario ocupará su tiempo para valorar la calidad de los poemas de cada quien. El poeta Octavio Paz, alguna vez, aseguró: “la poesía es un género que dura más, cuando se hayan olvidado casi todas las novelas y los ensayos contemporáneos, quedarán algunos poemas de algunos poetas.” Qué poemas serán lo dirá el tiempo.

Mientras tanto, nada cambiará nuestra naturaleza: ángeles o demonios con la piel expuesta, con mirada y lengua, oído y olfato ávidamente sincronizados con manos ligeras para cantar su propio mensaje frente al padecer humano.

Graciela Roque García