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Las buenas intenciones de la semana

Por Omar SM

El torneo de poesía Adversario en el Cuadrilátero es algo más que aplicarse un seppuku a los 4 vientos o, con el lenguaje del ring, en el juego de cuerdas. No todos comprendemos el arte de sacar las tripas a la tropósfera y disfrutar, con cara de sufrimiento, de los derroteos ajenos cual tlaconetes en baño de sal. Si usted se siente descrito, aunque sea tímidamente, por las anteriores líneas, no se preocupe, seguro aún le quedan por probar más deportes y aún más oficios, aunque si insiste en el acto bien puede empezar por leer esta columna pero la publicada hace ya una semana, que Granda Lamadrid le compartirá una dosis de buenos consejos.

La columna anterior me ayudó a entender este rincón de las buenas intenciones, rincón por lo breve y las intenciones más bien por lo mal intencionado, como el cuartito de los consejos antes de salir a público o de siquiera pensarlo, luego entonces en una extraña y retorcida fenomenología me imagino que esta columna está dirigida a los poetas de clóset que están a punto de destaparse en sociedad, ¡cuidado! puede usted provocar serios daños a terceros. Aclaro: Yo no doy consejos, yo hago crisis o eso pretendo.

Bien, más bien mal. Siento que mediante estas crípticas anotaciones vamos avanzando. Lector, no me imagine diferente de usted, piense que yo adolezco de lo mismo y que juntos vamos avanzando en el mundo del pugilismo poético. Claro que al principio nos tocará una buena bienvenida, como en todos los gremios, y seremos los destinatarios de la novatada en turno, eso suena muy bonito pero en el lenguaje del graderío, esa que es la verdadera arena, suele decirse: nos darán en la madre. Y eso que aún no ahondamos en el contenido de la poesía, digamos que apenas estamos entrenando el cuerpo ahora que, sin ser albur, está flácido y flaco, sin fibra ni rastro de músculo. Entrenemos pues.

Todos los días a despertar a las 6 de la mañana, olvídese de esa vida en spleen en que disque por el oficio se despierta tarde y alcohólico o alcohólica. Baño con agua fría para entrar bien a la realidad. Desayuno según la economía, si se es poeta de tiempo completo no debe de faltar en casa por lo menos huevo, prepare unos al gusto, deglútalos. Luego nos vamos a lavar la boca, recuerde que el declamador no puede darse el lujo del mal aliento. Tome una buena dosis de fojas llenas de poesía de su autoría, de preferencia de esos primeros versos que siempre son penosos, no se preocupe a esa hora no lo van a escuchar, entone la voz a razón de su cuerpo para que la imagen proyectada coincida a la perfección en la cabeza de quien en el futuro será su escucha. Aplique el desayuno y declame, declame por lo menos media hora, declame hasta que se sienta apenado de su poesía, si son buenos versos la rutina es rápida. Luego nos volvemos a lavar la boca para el mal sabor.

Siga su día según sus conveniencias y perversiones. Este entrenamiento aún no va del lado de la escritura. Recuerde que si tiene un poco de tiempo, digamos los minutos que pasa en el baño despidiéndose de su desayuno, puede seguir practicando la entonación, verá como cambia el tono de la voz según la postura del cuerpo y el grado de tensión en el abdomen, experimente. Otra excelente práctica oral: si usted viaja en el metro intente hablar más fuerte que los amigos que venden la codiciada piratería pero no los agreda, la competencia es oral, porque ellos sí saben del arte de tirar golpes para agandallar.

¿Entrenaremos por la tarde? Claro que sí, tiempo tenemos. Pare de sufrir y póngase a entrenar por lo menos otra media hora. Inténtelo mientras va caminando por la calle, recuerde que Rimbaud recomendaba leer y caminar mucho [un paréntesis personal ¿debo de seguir el consejo de alguien que recomienda caminar mucho y termina su vida sin un pie?] Si no está seguro de su poesía, si siente que ya supero la etapa de los des-amores y que ya no le convences esos viejos poemas puede optar por leer, claro en voz alta, los poemas de su escritor favorito. Intente tomar algo que no sea vino, no sea fresa, intente un aguardiente, algo que le abra la garganta como un surco, no es vicio, puede pensar dos cosas que es un aperitivo o que es favor de la poesía.

Transcurre el tiempo en la vida y en los días del poeta. Nos llega la noche, la noche no del romanticismo sino de la continuidad del entrenamiento... Disciplina

Mal, muy mal. Estimado lector ya debió de haberse dado cuenta que este texto se volvió un instructivo, un serie de órdenes, haga eso o el otro o aquello. ¿Se dio cuenta verdad? si no es así es usted un caso perdido. Que el lenguaje y la broma no lo engañen. Piense, quizá lo mejor será mandar este texto a la chingada. Pero antes una recomendación: el esfuerzo siempre se ve recompensado, entrene en el oficio. Es conocida la frase de "somos nuestro peor enemigo" pero hay que agregarle que siempre es grato tener un enemigo inteligente. La mejor forma de avanzar es criticándonos mas allá de la broma, si queremos ser poetas hay que asumirlo. Ya entrado en frases y para despedir la columna de esta semana recuerdo una frase de Alain Borer en su excelente ensayo Rimbaud La Hora de la Fuga publicado por la UNAM "es más peligroso un poeta que se cree poeta que un doctor que se cree doctor".

Felices entrenamientos.

*Recuerde lector que todos los comentarios vertidos en esta columna, son por su bien.