De migrañas poéticas, encadenamientos y Fantomas
Por Arturo Alvar
Damas y caballeros, al mismo tiempo de mantener esta columna ocupada en los vericuetos premonitorios del Torneo de Poesía “Adversario en el cuadrilátero, en estos últimos días se me han presentado muchas y diversas pistas para seguir tras el rastro de los infrarrealistas, ya lo dije, mediante un paralelismo entre vida y literatura como ejercicio adecuado de develamiento. No es casualidad la aparición en escena deTema y variaciones de Literatura,con el dossier de “Los heterodoxos”, publicación que se presentó en la Casa de la primera imprenta de la UAM el jueves 3 de marzo, teniendo como invitados especiales a Enrique González Rojo Arthur (EGRA) y Gonzalo Martré.
Sin embargo, unas horas antes, le estalló una migraña terrible a EGRA, con lo que se vio imposibilitado para asistir, en cambio había redactado unas líneas para la ocasión, bajo el título de “Nuevos apuntes sobre el poeticismo”, en letra de molde que Andrés Cardo leyó en su momento: “aunque el poeticismo estuvo influido por las vanguardias (desde el futurismo hasta el estridentismo, pasando por el creacionismo) no fue ni tenía pretensión de ser un movimiento de vanguardia, la razón de esto resulta ahora ya muy comprensible: las vanguardias rechazaron las viejas maneras de poetizar a favor de lo nuevo; el poeticismo busca la lógica poética que subyace tanto en lo nuevo como en lo viejo”.El asunto es que con esa súbita migraña, quizá causada por la intensidad de su texto, EGRA le dejóla plaza entera a Gonzalo Martré, quien afirmó al comienzo de su intervención, recordando que hace unos días se había encontrado con Enrique en la presentación del libro de un amigo en común, que “es difícil compartir la mesa con alguien que se lleva todos los aplausos”.
Durante la presentación de “Los heterodoxos”, retomando la discusión sobre el paradigma del poeta infrarrealista, Gonzalo Martré habló de la figura y obra del poeta Orlando Guillén, a propósito de mi ensayo “El rastro solar de los infras”, publicado en esamisma revista. Dijo que a pesar de que el texto constituye una investigación “de lo más seria” sobre quiénes fueron los infrarrealistas, deja a un lado la obra de Guillén, sin haber reparado en que había dos soles negros que se atraían y rechazaban al mismo tiempo. Desde que fueron incluidos en la antología Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego, hasta cuando se les veía discutiendo, chocando sus correspondientes bastones a la salida de alguna pulcata, Orlando y Mario Santiago eran el espejo del otro. Aunque el autor de Versario Pirata rehuyó siempre a identificarse como poeta del infrarrealismo. Martré recuerda que Orlando afirmaba que en todo caso sus poemas eran “orlandistas”. Lo cierto es que ambos comparten la misma heterodoxia solar, pero “lo más importante es que Orlando sigue vivo”, indica Martré,“a diferencia de Mario Santaigo Papasquiaro”.
Antes de partir hacia Barcelona donde actualmente reside, Orlando Guillén publicó una carta de denuncia al entonces presidente Vicente Fox, que fue presentada en el Club de Periodistas. Hace no mucho publicó una antología de poetas catalanes, cuya presentación en Méxicol e cancelaron de manera burda, a la mera hora, programada para la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, motivo por el cual Orlando Guillén se puso en huelga de hambre.
El caifán Martré recuerda que Orlando en otra ocasión se encadenó en las oficinas de Conaculta para que le publicaran un poemario (quizás Martré hablaba del Versario Pirata). El encadenamiento del poeta, quien dijo “de aquí no me muevo”,conmovió a Felipe Garrido, en ese tiempo director de publicaciones, fue así comoterminaron por publicarle la obra. Sin embargo cuando Martré decidió protestar de la misma forma, Consuelo Sáizar, entonces al frente de Fondo de Cultura Económica, “una magnífica cantante de rancheras”, a decir del autor de Los símbolos transparentes, a pesar de las advertencias del propio narrador lo mandó burocráticamente con Adolfo Castañón, quien no siendo la primera ni la última vez que le negaba la publicación de sus obras, “dobló los pagos del jurado con tal de no aprobar mi novela. De cuatro jueces (de por sí un número extraordinario para un dictamen), sólo uno de ellos dio el visto bueno, precisamente quien me contó después todo esto que había sucedido, obviamente cuando ya no lo volvieron a contratar más para otros dictámenes”. Y es que la iniciativa de Gonzalo Martré,con las cadenas cruzadassobre su cuerpo, a la manera de los revolucionarios de principios de siglo XX, no tuvo el mismo efecto que las protestas performativas de Orlando Guillén.
Ante este ninguneo hipócrita, la venganza de Gonzalo Martré, a sus 82 años, se sigue dando a través de la literatura, con su magnífica sátira. En el Torneo de Poesía “Adversario en el cuadrilátero”, Martré participó como jurado junto al poeta Max Rojas, en la gran final donde salió campeona Ileana Garma. Pocos saben el detalle de que Gonzalo Martré (contracción verbal de Mario Trejo, su verdadero nombre), fue el principal escritor de Fantomas. La amenaza elegante, una historieta publicada en los años setentas en el que Gonzalo Martré logra sincretizar, de manera excepcional,la cultura popular con la literatura de culto, a través de un personaje como Fantomas, algo parecido a lo que ocurre precisamente con “Adversario en el Cuadrilátero”, que fusiona elementos en principio contradictorios entre la alta cultura, la cultura de masas y el trasfondo del imaginario popular.
Cuando salimos de la presentación de la revista, con una incipiente embriaguez por el vino tinto, le pregunto a Martré qué le debe su historieta al personaje El Santo, el enmascarado de plata. Lo sorprende un tanto mi cuestionamiento y primero me dice que “en nada en lo absoluto”, pero después reflexiona, me toma del brazo y rectifica:“digamos que no fue tan decisivo para mí como autor, pero sí reconozco que tuvo cierta similitud y reconocimiento en el imaginario de los lectores”, a quienes el narrador daba elementos necesarios para poder continuar la historia sin problemas, en el caso de que se mencionara a algún escritor, época o corriente artística que los personajes aludieran, es decir, que en buena parte Gonzalo Martré fue educador del pueblo a través de la historita, con mucha más efectividad que los libros de texto gratuitos de ahora.
Le hago entonces la propuesta a Martré para hacerle una entrevista en el marco de la columna Épica del ring, en específico sobre su papel como jurado dentro de la contienda, a manera de testimonio del también director del suplemento “La rana roja”. Pero en corto, Gonzalo Martré me comenta, a propósito de “Adversario en el cuadrilátero”, que le encantaría que Fantomas reencarnara durante el próximo Torneo, por lo que tal vez veremos renacer a este personaje, de una misma época en que los infras pateaban las banquetas. Arriba del ring, Fantomas resurgiríapara luchar contra las mafias que pudieran corromper la intensión genuina del evento, que es acercar la poesía a la gente y viceversa, contra cualquier adversidad, como la esencia misma del quehacer independiente.
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